El colon es la última parte del aparato digestivo, también llamado “intestino grueso”, tiene una longitud aproximada de 1,5mts y se extiende desde el final del intestino delgado hasta el ano. La función de este intestino es absorber el agua de los desperdicios y eliminarlos a través de las heces. Está cubierto por bacterias que cubren toda su superficie y su contenido, para generar un equilibrio saludable con el cuerpo.
En algunas personas pueden presentarse problemas en el colon como: obstrucción, inflamación, falta de suministro de sangre o perforación; debido a enfermedades como diverticulitis, colitis o enfermedad de Crohn, entre otros.
La diverticulitis es una complicación de la diverticulosis. En la diverticulosis, se forman pequeñas bolsas a través del tracto digestivo, que se llaman “divertículos”. Cuando uno o más de estos se inflama o infecta, se genera la diverticulitis.
Aunque no hay una respuesta precisa, algunos estudios sugieren que los genes son el principal factor. Además, la diverticulitis puede aparecer cuando bacterias o heces quedan atrapadas en un divertículo del colon, o si se tiene una alta cantidad de gérmenes malos. Asimismo, los siguientes factores pueden incrementar las posibilidades de tener diverticulitis:
Los síntomas pueden aparecer de forma repentina, el principal es un repetitivo dolor agudo en la parte inferior izquierda del abdomen que se intensifica en los días siguientes. Además, puede presentar:
Lo recomendable es que visite a un médico especialista y no se automedique. Es probable que usted no sepa que tiene diverticulitis hasta que se presente dolor intenso y síntomas secundarios, por lo que su médico examinará y realizará los exámenes correspondientes. Si la diverticulitis que presenta es leve, probablemente le receten antibióticos y una dieta especial. Algunos casos pueden presentar complicaciones como:
En algunos de estos casos puede requerirse una cirugía de urgencia. En general, cuando se presentan complicaciones, el médico puede optar por realizar una colectomía para extirpar la parte enferma, usualmente mediante cirugía laparoscópica. La mayoría de los pacientes que requieren esta intervención tienen una recuperación completa que no afecta al estilo de vida.
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