El problema en es el espacio abdominal del cuerpo entre el tórax y la pelvis, protegido por un tejido delgado y resistente llamado “fascia”. El abdomen contiene todos los órganos digestivos, sujetos por los tejidos de conexión (mesenterio), que los permite expandirse y deslizarse uno contra otro.
La vesícula biliar contiene el fluido que ayuda a digerir la comida. Si esta no funciona de la manera correcta o los componentes de la bilis se desequilibran, se empiezan a formar pequeños cálculos, que pueden variar del tamaño de un grano de arroz al de una pelota de golf. Estos cálculos no se eliminan de forma propia y generan fuertes molestias.
Las hernias son causadas por una combinación de presión y una abertura o debilidad muscular o de la fascia, esta presión empuja un órgano o tejido a través de la abertura o punto débil. En algunos casos, la debilidad muscular está presente en el nacimiento, aunque es más frecuente que aparezca a lo largo de la vida.
Todo lo que genere un incremento en la presión del abdominal puede causar una hernia, incluyendo:
Adicional a esto, la obesidad, mala nutrición y el tabaquismo pueden debilitar los músculos e incrementar las posibilidades de tener una hernia.
En caso de tener una hernia inguinal, incisional, femoral, o umbilical, los síntomas que puede presentar son:
Si presenta una hernia hiatal, los síntomas pueden incluir acidez estomacal y dolor en la parte superior abdominal. En caso usted:
Lo recomendable es que visite a un médico especialista y no se automedique. En bebés, las hernias umbilicales se solucionan de forma natural en alrededor 4 años y no requieren cirugía.
En adultos, el médico podría recomendar usar un corset o faja para ejercer presión sobre la hernia y mantenerla en un lugar; sin embargo, esto es sólo en caso que no se pueda realizar una cirugía o para dar un alivio temporal previo a la cirugía. Utilícese solo bajo supervisión médica ya que podría ser perjudicial y esconder signos de estrangulamiento.
En general, el tratamiento se realiza mediante cirugía laparoscópica, que consiste en el cierre del defecto herniario, ya que el principal riesgo es la estrangulación de un órgano, que puede desencadenar en obstrucción, infección, gangrenación o perforación interna, entre otros.
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